La Colección Valencia es el conjunto de piezas de cerámica inspiración de mis años universitarios en esta magnífica ciudad. El sol, la arena, el mar y la noche, reflejados en cada uno de los esmaltes elegidos para representarlo
Inspiración
Una de las cosas que me daba más vida en aquella ciudad era ir a pasear a la playa. Tuve la suerte de vivir bastante cerca, en el barrio universitario. Recuerdo tener un cierto ritual al acabar determinados exámenes, sí esos que duraban horas y te dejaban el cerebro derretido. Si el clima acompañaba, da igual si era enero o junio, pisar la arena descalza me transportaba a otro mundo y me ayudaba a relajarme. Recuerdo pensar mientras paseaba que aquel esfuerzo valdría la pena.
Las noches en Valencia son para mí el recuerdo de esas conversaciones interminables con amigas, una residencia y un piso de estudiantes siempre con las puertas abiertas, compartir los fogones entre confesiones, entregas de proyectos con chocolate, «…a sopar!», «…buenas noches princesas!», ver amanecer en buena compañía… Son aquellas cosas que por más que vuelvo a esta ciudad ya no las encuentro.
Proceso
Realizo estas piezas a mano, desde mi pequeño taller.
Pendientes y collares
Con pasta de cerámica blanca moldeo cada uno de los pendientes y de los collares. Cuando consigo la forma que quiero, los dejo secar lentamente para no forzar una pérdida de agua apresurada y que aparezcan grietas en ellos. Una vez secos, lijo cuidadosamente las aristas para conseguir unos bordes redondeados y eliminar cualquier imperfección. Con esto, las piezas están listas para la primera cocción.
Ahora que están fuera del horno las limpio para eliminar cualquier resto de polvo adherida a la superficie para poder así esmaltarlas correctamente y que este quede correctamente impregnado en la pieza. La Colección Valencia tiene cinco tipos de esmalte para los colores, un transparente que deja ver el color original de la cerámica y unos gránulos que no funden en alta temperatura. Una vez esmaltadas ya tengo los pendientes listos para su segunda cocción.
Una vez tengo la pieza de cerámica en sí, es el momento de montar tanto los pendientes como los collares. Coloco las bases de plata, los cordones y sus terminaciones. Por fin están listos para colocarlos en su caja y llegar a su dueño.
Tazas y Latines Sajines
Para estas piezas recurro a la técnica de los moldes de escayola que yo misma fabrico. Cada uno de estos moldes debo dejarlos secar, dependiendo del clima del momento, hasta una semana para que pierda el agua de su interior. Una vez seco puedo sacar un número limitado de piezas hasta que el molde se deteriore.
Una vez fuera del molde, repito el mismo proceso que con los pendientes. Lijo sus aristas y cuezo la primera vez. Cuando el horno enfría, limpio la superficie con un paño húmedo y esmalto cada pieza para volver a meterlo en el horno y realizar la segunda cocción.
Resultado
Todo el proceso merece la pena cuando cuando veo salir esos colores vibrantes: amarillo, coral, turquesa y azul cobalto. Intensidad y luz es lo que caracteriza esta colección.
Cuando me pongo los pendientes, además de que son súper ligeros, siento el reflejo de la luz en el blanco y en los colores. Y yo soy de las que pienso, qué más da que sean colores de verano para invierno, o de invierno para verano ¿acaso no pienso en pisar la arena mientras estoy en invierno?
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